Ecuador es magia


Cuando uno piensa en Ecuador, lo primero que se le viene a la mente es una palabra: calor. Pensamos en ese pequeño país y todo lo que vemos son palmeras, bananas, mar y casi sentimos la temperatura (que suponemos) agobiante. Pero el calor es solamente uno de los tantos climas de este país, la realidad es que en el Ecuador uno puede experimentar las cuatro estaciones en un día.

A pesar de poseer una de las menores superficies de América (270.670 kilómetros cuadrados), Ecuador es uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, con 9,2 especies por km2.Y al contrario de lo que normalmente imaginamos, Ecuador no es sólo playa. Cuando uno comienza a familiarizarse con este país descubre que existen cuatro zonas completamente distintas: la costa, la sierra, la selva y las Islas Galápagos.

La selva, ubicada en la cuenca del Amazonas y conocida como El Oriente, ocupa casi la mitad del territorio, aunque solamente un 5 por ciento de la población vive en este sector. Ir al Amazonas, en mi opinión, merece un viaje aparte, por eso decidí dejar el Oriente (y toda la cuenca del Amazonas) para un viaje futuro. Adentrarse en las Islas Galápagos es, según me contaron, como transportarse en el tiempo y el espacio, es llegar a un mundo donde lo primordial es cuidar la naturaleza y preservar la flora y fauna del lugar.

La costa ecuatoriana es como todos la imaginamos: mar cálido, arena clara, surf, calor, humedad. Pero no es una zona homogénea: el clima varía de un ecosistema a otro, los nativos de cada lugar tienen rasgos y raíces distintas (en Esmeraldas, por ejemplo, hay una gran comunidad afro-ecuatoriana) y cada pueblo o ciudad costera tiene su propia personalidad. (En la gráfica la sierrra del Ecuador).

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